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«Tener una idea y no poderla materializar es una cárcel» (Charla con Merce de Cores)


Merce: eres uruguaya, vives en Madrid y estás detrás de La Boia bordados. ¿Cómo te defines tú?


¡Qué difícil pregunta! Pienso que podría decir algo así como «artista en proceso de construcción».



Una más fácil: ¿cómo, cuándo y por qué empezaste a bordar?


Cuando era pequeña pasaba mucho tiempo con mi abuela, que era muy artística y creativa. Pintaba, esculpía, bordaba, tejía… Hacía de todo. Siempre me apasionó lo manual y lo artístico y ella me enseñaba muchas cosas.


Con ella tuve mi primera aproximación al bordado: bordaba con ella, con puntadas básicas para una niña.




Y ¿qué pasó después? ¿Seguiste hasta hoy?


Durante muchos años no bordé más.


Cuando mi abuela falleció y mis familiares recogieron sus cosas, encontraron el bolsito donde ella guardaba todas sus cosas de bordado. Me lo dieron a mí porque sabían que lo iba a apreciar más que nadie. Entonces se despertó de nuevo mi pasión por el bordado.


Esto fue en 2016. Yo entonces tenía un trabajo por el que viajaba mucho, sobre todo a China. Con tantas horas de avión y ratos muertos, aprovechaba para bordar. En China hice mi primer bastidor con las cosas que tenía. Y también allí compré otros bastidores, hilos… Empezó la adicción del trabajo manual.


Y me puse entonces a ahondar más en las técnicas: con tutoriales, vídeos, experimentando…



¿En qué momento decidiste profesionalizarlo?


Me puse a bordar en serio en pandemia, porque me echaron de mi trabajo. De repente ese tiempo fue una oportunidad, una experiencia. Exploré mucho, porque en ese momento aún no tenía encargos.


Dedicarme a ello no fue una decisión muy consciente. Capaz que el avance se produce poco a poco y después te das cuenta de que estás haciendo algo más grande. Empecé a hacer algunos bastidores para mostrar y luego decidí probar a hacerlo un trabajo.




¿Y cómo fue esa transición?


El mundo del trabajo por cuenta ajena me daba constantemente la espalda. Pensaba: «Si supieran lo bien que trabajo… No sé por qué no me contratan.» Tal vez no lograba trasmitirlo en las entrevistas. Fue por ello que decidí darle una oportunidad a este proyecto.


Pero entonces me surgían muchas dudas e inseguridades, porque no sabía si lo hacía porque estaba desesperada.



¿Cómo es un día normal para ti?


Siempre empiezo con el mate, que me acompaña toda la mañana.



No esperaba menos de una rioplatense... (Risas)


Me guío por los pedidos que tengo y las fechas de entrega. Si tengo algo más urgente, lo priorizo.


Trabajo hasta la hora de comer, después como y sigo trabajando hasta la noche. No tengo horario. Trabajo todo el día. Si son las 11 de la noche y tengo que sacar un encargo, lo saco. Si me sobra algo de tiempo en el que no estoy trabajando con las manos, aprovecho para gestionar las redes sociales.


Siempre llega un punto en que tengo que parar por tema de concentración. Entonces salgo, doy una vuelta… Me ocupo de despejar la vista y la cabeza.




Creo que, desde fuera, la gente que no se dedica a una labor creativa cree que nos apasiona tanto que no nos cansa…


Cansa. La concentración es intensa y continuada. Yo, cada puntada que doy, la doy concentrada y pienso mucho en lo que estoy haciendo.



Pero también es cierto que el nivel de motivación y energía suelen ser muy altos.


Siempre trabajé mucho, y en empresas en que se trabajaba mucho. En China llegaba a trabajar 2 meses seguidos sin días libres. Y aun así, llegaba al hotel y me ponía a bordar.


Antes salía de la oficina a las 9 de la noche y estaba muerta, quemada, desmotivada. Ahora trabajo más que nunca en mi vida y no me pesa. ¿Te pasa?



Me pasa. Pero, ¿te ocurre también cuando trabajas en encargos?


Últimamente, me dedico básicamente a encargos y tienen toda mi atención y energía, porque siempre quiero que sea lo más lindo posible, que los clientes lo reciban y les encante.


Sin embargo, es cierto que cuando trabajas en encargos el nivel de presión y autoexigencia es mayor. Yo me pongo el listón muy alto.




¿Y cómo gestionas esta presión por satisfacer al cliente?


Antes de empezar un bastidor, hago un boceto. Cuando el cliente da el visto bueno al boceto, me pongo a pintar y después a bordar. Hago hincapié en el proceso, mando el esbozo, enseño las etapas del proceso por si quieren cambiar algo…


No me ha pasado que me digan que no les gusta el resultado, pero si me dicen a veces qué cosas accesorias quieren cambiar: unas flores, quitar las gafas… Y me gusta ofrecer una solución.



Y muchas veces nos exigimos más que lo que exige el cliente…


Sí, porque a veces les enseñas un boceto que no es nada más que líneas, algo que ni se puede enseñar aún, y les encanta.


Igualmente modifico todo el tiempo el bastidor, para que quede como considero que va a estar mejor. Me pongo mucha presión, quiero lograr plasmar la esencia de la persona y me pregunto constantemente si va a gustar…




Un tema difícil, ¿cómo fijas tus precios?


Hoy por hoy, considero que mi precio hora es bastante bajo, y es algo que me cuestiono todo el tiempo. También creo que es muy difícil para el cliente valorar adecuadamente el precio en los trabajos manuales, normalmente no saben cuál el trabajo que hay detrás, las horas que lleva…


Al principio me daba vergüenza dar un precio. En mi trabajo asalariado, negociaba precios sin problema. Sin embargo, siendo para un producto mío era diferente. Tal vez por identificar que un rechazo del precio es un rechazo a mi trabajo o a mi propia persona. Se tiene tanta conexión con el producto que lo sentís como personal.



¿Echas de menos crear tus propios proyectos?


Cuando tengo tiempo libre, me gustaba probar materiales, texturas, agarrar cosas recicladas, experimentar... Ahora no tengo tiempo, me estoy dedicando en exclusiva a encargos. Pero lo disfruto mucho, me gusta ver la emoción y satisfacción que mi trabajo genera en los clientes.


En cualquier caso, es cierto que cuando se tienen ideas y no se tiene tiempo para materializarlas, una piensa: «¡Qué cárcel!» Tener la idea en la cabeza y sentir que no la puedes tocar…



¿Cómo abordas tu proceso creativo? ¿Te dejas llevar por lo que fluye dentro de ti o marcas una ruta?


Si te tomas tu proyecto creativo como un trabajo y quieres progresar, creo que apoyarse en lo que fluye en ti no es lo más adecuado. Opino que eso pertenece más a un proceso personal, no laboral. Si te lo tomas como un trabajo, necesitas disciplina.


Cuando tengo ideas para un proyecto, mi cabeza va en una dirección, pero mi día tiene que ir a las cosas que debo hacer. Si me dejara llevar por lo que sale de mi estado de ánimo, no avanzaría como lo hago.




¿Qué es lo peor de dedicarse a esto?


Hay cosas que echo de menos. Sobre todo, la seguridad económica. Ahora siento que volví al instituto: cuando quería salir, pero no tenía plata.


También está el tener un equipo, las relaciones con la gente… En tu propio proyecto creativo todo lo hacés sola, no solo lo manual y lo artístico, también las decisiones, la estrategia, el marketing… Todo sola.



Y ahí llegan las crisis…


Mis crisis vienen de la inestabilidad y de la falta de libertad que te da tener menos dinero. Soy cero consumista, pero me gusta viajar, comer rico, y me tengo que medir en todo. Espero que sea solamente una etapa.


A veces quiero mandar todo a la m*** y volver a una empresa con una jornada de ocho horas, y el resto del tiempo disfrutar de la vida. Pero luego me imagino nueve horas al día en una oficina dando tiempo de mi vida a algo que no me importa y… Estoy entre esas dos realidades.



Puedes conocer más del trabajo de La Boia bordados en su cuenta de Instagram.

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