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¿Qué artista de éxito del Renacimiento no firmaba sus cuadros ni cobraba en dinero?

Antes del Renacimiento los pintores no firmaban sus obras por la misma razón que los zapateros no firmaban sus zapatos: eran considerados artesanos, pertenecían a un gremio y todos los miembros de ese gremio realizaban obras muy parecidas entre sí.


Pero con el Renacimiento ocurren dos cosas.


Sofonisba Anguissola. 'Tres niños con perro'

Por un lado, la pintura y la escultura dejan de considerarse artesanía, se ensalzan y se ven como algo divino. Con ello, los pintores dejan de ser artesanos y pasan a ser artistas: cobran mucho más, son reconocidos y adquieren fama.


Por otro lado, el ser humano toma conciencia de su individualidad, es decir, de que es un ser distinto y separado, y no sólo una parte más del grupo social.


Estos dos fenómenos, la condición de artista y la individualidad, tienen un gran impacto en el arte y lo cambian para siempre: a partir de ahora, cada artista se distingue por su estilo propio, toma relevancia el nombre detrás de la obra y se firman los cuadros. Es por ello que esta es la primera época histórica de la que conocemos nombres de grandes genios del arte.


Sofonisba Anguissola. 'Autorretrato'

Pero hubo una serie de artistas en ese tiempo que no firmaron sus obras ni cobraron en dinero (cobraban en regalos). Se trataba de un colectivo muy específico y fácil de identificar: las mujeres artistas.


Pintoras y escultoras ha habido siempre, pero fue en el Renacimiento cuando adquirieron fama y fueron celebradas.


En el Renacimiento surgió una preocupación por la educación de las mujeres (de las ricas, claro, igual que para los hombres): el latín, la literatura, la música y la pintura formaban parte del ideal de excelencia de la mujer (¡quien fuera mujer noble renacentista!).


Las mujeres pintoras empezaron a acceder a la enseñanza académica, a talleres de pintores y fueron apoyadas por distintas cortes europeas. Además, fue la época en que, por primera vez, las obras y las biografías de las mujeres artistas fueron divulgadas, como hizo el gran biógrafo renacentista Giorgio Vasari.


Sofonisba Anguissola. 'Autorretrato'

De todas las pintoras del Renacimiento, Sofonisba Anguissola fue la primera en lograr éxito y reconocimiento.


Nació alrededor de 1535 cerca de Milán, en una familia de la baja nobleza. Su padre se ocupó de que sus seis hijas y su hijo recibieran una buena educación, incluidas las bellas artes. Cuatro hermanas de Sofonisba también fueron pintoras aunque sólo Sofonisba llegó lejos: las demás lo dejaron para meterse a monja o peor, para meterse a un matrimonio.


A los 14 años entró a estudiar en el taller de un pintor de su ciudad, Bernardino Campi. Esto sentó un precedente para que las mujeres fueran aceptadas como estudiantes de arte. Siguiendo su ejemplo, muchas jóvenes recibieron formación y hoy se sabe que había al menos 40 mujeres artistas activas en aquella época en Italia.


Sofonisba Anguissola. 'Retrato de la familia de la artista'

Con 19 años viajó a Roma, donde conoció a Miguel Ángel. El genio tenía entonces 80 años y, de manera informal, dio consejos y orientaciones a Sofonisba durante al menos dos años.


En una ocasión Sofonisba le envía un dibujo de una joven que ríe mientras enseña a leer a una anciana. Miguel Ángel le aconseja entonces que represente sentimientos de disgusto o llanto, que son más difíciles. Ella le envía un segundo dibujo en el que aparece su hermano llorando tras haber sido mordido por un cangrejo. Con este dibujo, Miguel Ángel reconoce inmediatamente el talento y el sentido del humor de la artista:


Sofonisba Anguissola. 'Niño llorando'

No pudo estudiar anatomía o dibujar la figura humana del natural, pues se consideraba inaceptable para una señora ver cuerpos desnudos, tanto de hombres como de mujeres. Por ello, Sofonisba buscó otras posibilidades: un nuevo estilo de retratos, donde los personajes aparecen en poses informales, desarrollando tareas domésticas o acompañados de objetos que definen su personalidad.


Aunque el retrato fue el tema que más cultivó, también pintó muchas escenas de vida cotidiana y de grupo, muy admirados por sus contemporáneos por la viveza e imaginación que demostraban. Su cuadro Partida de ajedrez, que pintó con 20 años, es una de las primeras representaciones de vida cotidiana en la pintura de Occidente.



Fue el duque de Alba quien la fichó en Milán para la corte de Felipe II. Tenía 24 años y ya era conocida en las cortes italianas por su dominio de la pintura, la música, el baile y la poesía. Al duque de Alba le pareció que sería una perfecta dama de compañía y maestra de pintura para la nueva esposa del rey, la francesa Isabel de Valois.


En la corte española, donde trabajó durante 14 años, además de enseñar a pintar a la reina, realizó retratos de la familia real y de otros nobles. Los cánones morales de la época impedían a una mujer ostentar el título de pintora de cámara, por lo que su labor se enmascaraba bajo el título de dama de la corte. También estaba mal visto que una mujer cobrara por pintar, por lo que recibía a cambio de sus trabajos textiles y joyas. Por todo ello, tampoco firmaba sus obras.


La categoría de pintora profesional en esta época sólo la alcanzó una compatriota suya: Lavinia Fontana, primera mujer de la historia en ser reconocida como pintora de profesión.


Sofonisba Anguissola. 'Retrato de Felipe II'

Su retrato más destacado es el que hizo de Felipe II, que durante mucho tiempo fue atribuido a Alfonso Sánchez Coello, y luego a Juan Pantoja de la Cruz, precisamente por no estar firmado.


La falta de firma en las obras de Sofonisba hizo que, con el tiempo, olvidado el nombre de la pintora, se atribuyeran a cualquier pintor (hombre) con quien existiera algún tipo de coincidencia temporal o estilística: Sánchez Coello, El Greco, Tiziano…


Varios historiadores le atribuyen también a ella La dama del armiño, asignado tradicionalmente al Greco. ¿Qué te parece?:


¿Sofonisba Anguissola? 'La dama del armiño'

Abandonó la corte española con casi 40 tacos, porque ya se hacía conveniente que se casara. Felipe II se encargó de buscarle el novio, aunque enviudó al poco tiempo y se consiguió otro marido, mucho más joven que ella. Felipe II siguió apoyándola económicamente toda la vida.


El trabajo de Sofonisba fue excelente y tuvo gran influencia en el desarrollo del retrato posterior. Siguió pintando hasta su muerte, con 90 años. Recibió siempre la visita de aclamados pintores, como Anthony Van Dyck, quien dijo que en su única conversación con ella había aprendido más sobre pintura que en toda su vida antes.


El Museo del Prado tiene cuatro obras de Sofonisba expuestas, además de otras dos obras en almacén. ¿Qué otras mujeres artistas esconde el Museo del Prado? Este libro es una excelente idea para regalo (propio o ajeno): 'Las invisibles' de Peio H. Riaño.

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